La enfermedad de Hashimoto es una patología autoinmune que afecta a la glándula tiroides, provocando una disminución de la producción de hormonas tiroideas. Se trata de la causa más frecuente de hipotiroidismo, un trastorno que puede causar síntomas como cansancio, apatía, falta de concentración, aumento de peso, intolerancia al frío, sequedad de la piel, caída del cabello, depresión o alteraciones menstruales, entre otros.
Es más común en mujeres que en hombres y suele aparecer entre los 30 y los 50 años de edad. Sin embargo, puede afectar a cualquier persona y a cualquier edad. De hecho, se estima que en España hay más de un millón de personas con esta enfermedad sin saberlo.
¿Qué es la tiroides y qué función tiene?
La tiroides es una glándula con forma de mariposa que se encuentra en la parte delantera del cuello, debajo de la nuez de Adán. Su función es producir y liberar hormonas tiroideas (T3 y T4), que regulan el metabolismo y el funcionamiento de todos los órganos del cuerpo.
Las hormonas tiroideas son esenciales para el crecimiento, el desarrollo, la reproducción, el equilibrio térmico, el consumo de oxígeno y el gasto energético. También influyen en el estado de ánimo, la memoria, el sueño, el apetito y el peso.
La producción y liberación de hormonas tiroideas está controlada por otra hormona llamada TSH (hormona estimulante del tiroides), que se produce en la hipófisis, una glándula situada en la base del cerebro. La TSH actúa como un termostato que mantiene los niveles adecuados de hormonas tiroideas en la sangre.
¿Qué es la enfermedad de Hashimoto y por qué se produce?
La enfermedad de Hashimoto es una enfermedad autoinmune, lo que significa que el sistema inmunitario del propio organismo ataca por error a las células del tiroides. El sistema inmunitario es el encargado de defender al cuerpo de agentes externos como virus o bacterias. Sin embargo, en algunas personas se produce una alteración que hace que reconozca al tiroides como un elemento extraño y produzca anticuerpos contra él.
Los anticuerpos son unas proteínas que se unen a las células del tiroides y las dañan o las destruyen. Esto provoca una inflamación crónica del tiroides (tiroiditis) y una disminución progresiva de su capacidad para producir hormonas tiroideas (hipotiroidismo).
Se desconoce la causa exacta de la enfermedad de Hashimoto, pero se cree que intervienen varios factores:
- Genéticos: hay una predisposición hereditaria a desarrollar enfermedades autoinmunes.
- Ambientales: algunos agentes como el estrés, las infecciones virales o bacterianas, los medicamentos o los alimentos pueden desencadenar o agravar la respuesta autoinmune.
- Hormonales: las mujeres tienen más riesgo que los hombres debido a los cambios hormonales que sufren a lo largo de su vida (menstruación, embarazo, menopausia).
- Nutricionales: el déficit o el exceso de yodo puede afectar al funcionamiento del tiroides.
¿Cuáles son los síntomas de la enfermedad de Hashimoto?
En algunos casos, la enfermedad puede ser asintomática o presentar síntomas leves o inespecíficos, lo que dificulta su diagnóstico.
Los síntomas más comunes de la enfermedad de Hashimoto son los siguientes:
- Bocio: es el aumento de tamaño del tiroides, que se puede palpar o ver como un abultamiento en el cuello. El bocio puede causar molestias al tragar, respirar o hablar.
- Hipotiroidismo: es la disminución de la producción de hormonas tiroideas, que se manifiesta con síntomas como cansancio, apatía, falta de concentración, aumento de peso, intolerancia al frío, sequedad de la piel, caída del cabello, depresión o alteraciones menstruales, entre otros.
- Hipertiroidismo: es el aumento de la producción de hormonas tiroideas, que se puede producir en las fases iniciales de la enfermedad o por episodios transitorios. Los síntomas son los opuestos al hipotiroidismo: nerviosismo, ansiedad, insomnio, pérdida de peso, intolerancia al calor, sudoración, temblor, taquicardia o diarrea, entre otros.
¿Cómo se diagnostica la enfermedad de Hashimoto?
El diagnóstico de la enfermedad de Hashimoto se basa en la historia clínica, la exploración física y las pruebas complementarias. Estas son las más habituales:
- Análisis de sangre: se mide el nivel de hormonas tiroideas (T3 y T4) y de TSH. Si hay hipotiroidismo, los niveles de T3 y T4 estarán bajos y los de TSH estarán altos. También se pueden medir los anticuerpos antitiroideos (anti-TPO y anti-TG), que son los que atacan al tiroides. Si hay enfermedad de Hashimoto, estos anticuerpos estarán elevados.
- Ecografía: se utiliza para valorar el tamaño, la forma y la estructura del tiroides. Se puede detectar si hay bocio o nódulos tiroideos.
- Biopsia: se realiza para extraer una muestra de tejido del tiroides y analizarla al microscopio. Se suele hacer cuando hay sospecha de cáncer de tiroides.
¿Cómo se trata la enfermedad de Hashimoto?
El tratamiento de la enfermedad de Hashimoto depende del grado de afectación del tiroides y del nivel de hormonas tiroideas. El objetivo es normalizar los niveles hormonales y aliviar los síntomas.
El tratamiento más común es la administración oral de levotiroxina, una hormona sintética que sustituye a la T4 que no produce el tiroides. La dosis se ajusta según los resultados del análisis de sangre y los síntomas del paciente. El tratamiento suele ser de por vida y requiere un seguimiento periódico.
En algunos casos, puede ser necesario realizar una cirugía para extirpar parte o todo el tiroides. Esto puede ocurrir cuando hay un bocio muy grande que comprime las estructuras del cuello, cuando hay nódulos sospechosos de malignidad o cuando el tratamiento con levotiroxina no es efectivo.
¿Qué consejos puedes seguir si tienes enfermedad de Hashimoto?
Si tienes enfermedad de Hashimoto, además del tratamiento médico, puedes seguir estos consejos para cuidar tu tiroides y mejorar tu calidad de vida:
- Lleva una dieta equilibrada y variada, rica en frutas, verduras, cereales integrales, legumbres, pescado azul y frutos secos.
- Controla el aporte de yodo en tu dieta. El yodo es un mineral necesario para la síntesis de hormonas tiroideas, pero su déficit o su exceso puede alterar el funcionamiento del tiroides. La cantidad recomendada es de 150 microgramos al día para los adultos. Puedes obtenerlo a través de alimentos como el pescado, el marisco, los lácteos o la sal yodada.
- Evita el consumo de tabaco, alcohol y otras sustancias que puedan dañar tu tiroides o interferir con tu tratamiento.
- Practica ejercicio físico moderado y regularmente. Practica ejercicio físico moderado y regularmente. Te ayudará a mantener un peso saludable, a mejorar tu circulación, a reducir el estrés y a liberar endorfinas, las hormonas de la felicidad.
- Descansa lo suficiente y duerme entre 7 y 8 horas al día. El sueño es fundamental para la recuperación del organismo y para el equilibrio hormonal.
- Gestiona el estrés de forma positiva. El estrés puede afectar negativamente al sistema inmunitario y al tiroides. Busca actividades que te relajen y te hagan sentir bien.
- Consulta con tu médico antes de tomar cualquier suplemento, medicamento o planta medicinal que pueda interferir con tu tratamiento o con tu tiroides. Algunos ejemplos son los suplementos de hierro, calcio, soja, selenio o litio, los anticoagulantes, los anticonceptivos o las plantas como el hipérico o la melisa.
- Acude a tus revisiones periódicas y sigue las indicaciones de tu endocrinólogo. Es importante controlar los niveles de hormonas tiroideas y ajustar la dosis de levotiroxina según tus necesidades. También es conveniente realizar una ecografía tiroidea al menos una vez al año.