
Tras cinco años de exilio autoimpuesto como prófuga de la justicia española, la separatista catalana y eurodiputada Clara Ponsatí pasó menos de doce horas en su ciudad natal de Barcelona antes de regresar a Bruselas, informa la agencia de noticias española EFE.
Esta ventana de medio día fue suficiente para arrastrar al Parlamento de la UE de nuevo a la controversia de la independencia catalana, ya que Ponsatí ha reclamado inmunidad parlamentaria para evitar ser procesada por su participación en una declaración unilateral de independencia catalana de España de 2017, un reclamo que ni los españoles tribunales ni el Parlamento de la UE ha apoyado.
“Estamos examinando todas las cuestiones legales que rodean este caso. Cualquier curso de acción posible solo se guiará por esa consideración y nada más”, dijo a Politico una portavoz de la presidenta del Parlamento de la UE, Roberta Metsola, confirmando que el parlamento había recibido la solicitud de protección de Ponsatí.
En 2017, Ponsatí, de 66 años, era el ministro de Educación del gobierno regional catalán cuando organizó un referéndum de independencia que fue declarado inconstitucional por el Tribunal Supremo de España. Cuando el tribunal emitió una orden de arresto contra ella y otros líderes por cargos de sedición, Ponsatí y otros cuatro ya habían salido de España. Luego, en 2020, ella y otros dos separatistas catalanes, Carles Puigdemont y Antoni Comí, obtuvieron escaños en el Parlamento de la UE, que han utilizado para reclamar inmunidad judicial por parte del gobierno español.
Sin embargo, en 2021 sus compañeros eurodiputados votaron abrumadoramente a favor de despojar a los tres de su inmunidad. Los catalanes recurrieron ante el Tribunal de Justicia de la Unión Europea, que les restauró provisionalmente la inmunidad.
Ponsatí fue el primero de los fugitivos en volver a poner un pie en su tierra natal, un movimiento que se hizo más fácil desde que el gobierno español liderado por los socialistas eliminó el delito de sedición, reduciendo los cargos contra Ponsatí a desobediencia, lo que elimina la amenaza de prisión.
Aunque no puede ser encarcelada por desobediencia, aún así se le exigió que se presentara ante la corte española. En declaraciones realizadas a principios de este año, dijo que tenía la intención de regresar a España, pero que no tenía intención de prestar atención a la decisión del tribunal español, ni siquiera por el cargo menor de desobediencia.
Aproximadamente una hora después de haber entrado en territorio español, ofreció una rueda de prensa en el Colegio de Periodistas de Cataluña en Barcelona. “Soy eurodiputada y tengo inmunidad en toda la Unión Europea, solo en España no me reconocen”, ha aseverado, rodeada de su abogado Gonzalo Boye, así como de la presidenta de JxCat, Laura Borràs, y la diputada de Junts en Parlamento, Francesc de Dalmases.
A pesar de que agentes de policía vestidos de civil la arrestaron minutos después de que terminara la conferencia, se las arregló para twittear que estaba siendo arrestada ilegalmente.
Aunque fue puesta en libertad en cuestión de horas, el tribunal le ordenó comparecer en una audiencia el 24 de abril y el juez dictaminó que su inmunidad como eurodiputada no podía aplicarse a los cargos pendientes antes de su elección.
La capacidad del gobierno central español para gestionar el movimiento independentista catalán ha sido políticamente candente en los últimos años. El Partido Popular, de centroderecha, estuvo en el poder en 2017 durante el referéndum y posterior huida de Ponsetí y otros independentistas. El partido socialista gobierna desde 2019, pero se presenta a la reelección en diciembre. Puede utilizar el regreso de Ponsetí a España para promocionar su capacidad para llevar a los separatistas ante la justicia, aunque aún está por verse cuándo ella y los otros fugitivos serán juzgados.