La famosa familia de cristaleros austríacos ha superado los desafíos económicos y personales de los años más recientes y ha iniciado una nueva etapa de innovación y responsabilidad social.
El clan Swarovski, fundado en 1895 por Daniel Swarovski, es uno de los más reconocidos y prestigiosos del mundo de la moda y el lujo. Sus piezas de cristal, que adornan desde joyas y accesorios hasta vestidos y escenarios, han sido símbolo de elegancia, calidad y creatividad durante más de un siglo.
Sin embargo, luego de la pandemia de COVID-19, la actual guerra en Ucrania y los cambios actuales de consumo, han supuesto un duro golpe para el sector, que ha visto caer sus ventas y sus beneficios. Según la consultora Bain & Company, el mercado global del lujo se contrajo un 23% en 2020, su mayor caída registrada.
Bajo esta realidad, el clan Swarovski no ha sido ajeno a la crisis, que se ha sumado a las tensiones internas que ya existían entre sus más de 200 miembros, repartidos en cuatro ramas familiares. La compañía, que facturó 2.700 millones de euros en 2019, tuvo que recortar 6.000 empleos y cerrar 750 tiendas para el 2020, lo que supuso una reducción del 20% de su plantilla y del 15% de su red comercial.
Además, la familia tuvo que afrontar el fallecimiento de Helmut Swarovski, uno de los nietos del fundador y uno de los líderes del grupo, que murió en junio de 2020 a los 77 años. Helmut fue el impulsor de la expansión internacional de la firma y el creador del famoso cisne que la identifica.
Un nuevo rumbo hacia la sostenibilidad
Ante este escenario, el clan Swarovski decidió reaccionar y reinventarse para adaptarse a los nuevos tiempos y recuperar su posición en el mercado. Para ello, ha confiado el liderazgo de la compañía a Robert Buchbauer, otro nieto del fundador y representante de la rama más numerosa de la familia.
Buchbauer puso en marcha, en su momento, un plan estratégico basado en tres pilares: simplificar la estructura organizativa, reforzar la marca y apostar por la sostenibilidad. Su objetivo es hacer que Swarovski sea más ágil, eficiente y competitiva, al tiempo que responde a las demandas sociales y ambientales de sus clientes y de la sociedad en general.
En este sentido, Swarovski se ha comprometido a reducir su huella ecológica y a utilizar materiales reciclados o renovables en sus productos. Así, por ejemplo, ha lanzado una nueva línea de joyas hechas con cristales creados en laboratorio, que tienen las mismas propiedades que los naturales, pero con un menor impacto ambiental.
Además, Swarovski ha renovado su imagen corporativa y su oferta comercial, con un nuevo logo, un nuevo diseño de sus tiendas y una nueva colección de productos más modernos y accesibles. También ha fichado a Giovanna Battaglia Engelbert como directora creativa global, una reconocida estilista italiana que ha trabajado con marcas como Dior o Dolce & Gabbana.
Un ejemplo de recuperación económica
Los primeros resultados de este plan estratégico son alentadores. Según Robert Buchbauer, Swarovski logró aumentar sus ventas iniciales un 10%, lo que supone un signo de recuperación económica tras toda la crisis ya vivida por el clan Swarovski y su compañía.
Además, Swarovski ha seguido invirtiendo en su expansión internacional, especialmente en los mercados asiáticos, donde hay una mayor demanda de productos de lujo. Así, por ejemplo, la inauguración de su tienda insignia en Shanghái, contó en su día de inauguración con 7.000 piezas de cristal y una superficie de 1.000 metros cuadrados.
El clan Swarovski, que cuenta con más de 128 años de historia, ha demostrado una vez más su capacidad de adaptación y de innovación ante las adversidades. Su apuesta por la sostenibilidad y por la renovación de su marca le ha permitido salir fortalecido de la crisis y recuperar su brillo entre los cristales rotos.