Algunos fármacos para cáncer pueden causar problemas cardíacos como efecto secundario poco frecuente pero grave. Estos problemas se conocen como «toxicidad cardíaca». Pueden afectar la dosis o el tipo de tratamiento que reciba el paciente, su calidad de vida e incluso su supervivencia.
Entre los tratamientos que tienen mayor riesgo de causar toxicidad cardíaca se encuentran las quimioterapias con antraciclina. Estos son fármacos para cáncer que interfieren con el ADN de las células cancerosas y evitan su multiplicación.
Los fármacos con antraciclina pueden dañar el músculo cardíaco y provocar miocardiopatía. Esto es una alteración del funcionamiento del corazón que le impide bombear sangre adecuadamente.

Cuando la miocardiopatía se agrava y los órganos del cuerpo no reciben suficiente oxígeno, se produce la insuficiencia cardíaca congestiva.
Otros problemas cardíacos que pueden causar las antraciclinas son la miocarditis, que es la inflamación del corazón que puede afectar los latidos; la enfermedad coronaria.
Este es el bloqueo o la cicatrización de los vasos sanguíneos del corazón, la arritmia. Este es un latido cardíaco irregular; el daño en las válvulas cardíacas.
Todo esto hace que se estrechen, se vuelvan rígidas o goteen; y los problemas en el pericardio, que es la membrana externa del corazón.
Fármacos para cáncer y otros causantes de patología
Otro tipo de fármacos que pueden causar patología vascular son algunos medicamentos o drogas ilegales que pueden provocar miocarditis.
Estos incluyen fármacos utilizados para tratar el cáncer, como los antimetabolitos o los alquilantes. Además de los antibióticos, como la penicilina o las sulfonamidas; algunos medicamentos anticonvulsivos y la cocaína.
Estas sustancias pueden desencadenar una reacción inmunitaria o inflamatoria en el corazón que afecta su estructura y su función.
La miocarditis puede ser aguda o crónica y puede causar síntomas como falta de aliento, mareos, dolor en el pecho, fatiga o hinchazón en las manos o los pies.

Los fármacos cardiovasculares son aquellos que se utilizan para prevenir o tratar las enfermedades del corazón y los vasos sanguíneos.
Algunos ejemplos son los inhibidores de la enzima convertidora de angiotensina (IECA), los antagonistas de los receptores de angiotensina II (ArA II), los betabloqueantes, los calcioantagonistas, los diuréticos y los alfabloqueantes, entre otros.
Estos fármacos actúan sobre diferentes mecanismos que regulan la presión arterial- Además del ritmo cardíaco, la contractilidad del músculo cardíaco y el equilibrio de líquidos y electrolitos en el organismo.
Su uso adecuado puede mejorar la calidad de vida y reducir el riesgo de complicaciones cardiovasculares como el infarto de miocardio o el accidente cerebrovascular.